Tomar el sol: riesgos y ventajas para la piel y el cuerpo

Tomar el sol: riesgos y ventajas para la piel y el cuerpo

chicas disfrutando del sol con sombreroEl sol es imprescindible para la vida, es necesario para la síntesis de la vitamina D, favorece la circulación sanguínea y mejora algunas enfermedades dermatológicas. También influye en la producción de neurotransmisores, sustancias químicas que facilitan la actividad de las neuronas.

Sin embargo, deben sopesarse muy bien estos efectos positivos, con los potenciales negativos producidos por la exposición intensa (quemaduras cutáneas y lesiones oculares) o por la exposición crónica (envejecimiento, manchas y lesiones cutáneas, etc.). Es especialmente nocivo broncearse sin protección en las edades infantiles y jóvenes, claramente relacionadas con el riesgo de aparición del melanoma (cáncer de piel).

Precaución y cuidados

Para protegerse de estos efectos perjudiciales, la piel cuenta con la producción de melanina, una sustancia que impide que las radiaciones solares más perjudiciales penetren en ella y que es la que da el color moreno. La cantidad de células que producen esta sustancia varía según los tipos de piel. Es máxima en las personas de raza negra, y mínima en las de raza blanca, y dentro de ellas, las pieles más claras son las más sensibles al efecto solar.

La luz solar se descompone al llegar a la superficie terrestre en distintos tipos de radiaciones que según su longitud de onda, se clasifican en radiaciones ultravioletas, radiaciones visibles y rayos infrarrojos. A su vez, las radiaciones ultravioletas pueden ser de tres tipos:

  • Los rayos UVC  tienen la longitud de onda más corta, son las de mayor energía y, por tanto, con más capacidad de producir quemaduras, pero  son retenidas por la capa de ozono (por eso es tan peligrosa la disminución o la existencia de agujeros en la capa de ozono).
  • Los rayos UVB, además del efecto calorífico (que produce el enrojecimiento o eritema cuando se expone al sol), penetran en la epidermis y estimulan a los melanocitos (las células de la piel que producen la melanina).
  •  Los rayos UVA son los más penetrantes y son los causantes del envejecimiento cutáneo y del melanoma.

Además del tipo de radiación, es necesario conocer otros factores que influyen en la acción del sol sobre el organismo.  Así, hay que tener en cuenta que, cuanto más alta es la zona geográfica donde se esté, más intensa es la exposición. También influye la oblicuidad de los rayos del sol con la tierra según la estación del año, el momento del día y la latitud de la zona geográfica. Lo mismo que el clima, ya que la lluvia y las nubes absorben parte de las radiaciones. Y también el tipo de superficie donde se esté, ya que la arena seca (y sobre todo la nieve) refleja una parte importante de los rayos solares.

Siempre que se esté al sol hay que protegerse, bien mediante el uso de prendas de vestir (preferiblemente de color claro y de fibra natural) y el uso de sombreros o gorras y, en las zonas de piel expuestas, mediante la utilización de cremas de protección solar. Estas contienen sustancias que actúan como filtros solares, reduciendo la cantidad de rayos que penetran en la piel,  evitando las quemaduras y los cambios degenerativos de la dermis, si se utilizan adecuadamente. Según cómo actúen los filtros pueden ser físicos o químicos.

Para cuantificar la capacidad de filtro de las cremas de protección solar, se utiliza el denominado factor de protección solar (FSP): un número que mide cuantas veces más se puede estar expuesto a la luz solar para producir el mismo enrojecimiento que si no se hubiera utilizado la crema. Es decir, que si para que la piel no se empiece a poner roja (eritema), el primer día que se toma el sol hay que estar 10 minutos, utilizando una crema de FPS de 5, se tardará 50 minutos. Cuanto más alto es el FPS, más alta es la protección de los rayos solares (aunque ninguna protege el 100%).

Para conseguir el máximo efecto de las lociones protectoras es necesario:

  • Elegirla con el índice de protección solar adecuado a cada persona. Aplicarla antes de salir a la playa o la piscina, y como mínimo 30 minutos antes de exponerse al sol. Extenderla sobre la piel bien seca. Aplicar una capa abundante de crema, asegurándose que se ha extendido completamente sin dejar zonas sin protección (cuando se inicia la temporada estival deben de utilizarse cremas con mayor índice de protección solar al principio, reduciéndolo a medida que  se pone morena).
  • No pulverizar la piel con agua mientras se toma el sol. Tampoco aplicar perfumes y colonias que contengan alcohol y esencias vegetales, porque son fotosensibilizantes.
  • Utilizar protección solar aunque el día esté nublado.
  • Evitar la exposición al sol en horario de máxima radiación ultravioleta (a mediodía).
  • Proteger la cabeza con un sombrero o gorra con visera, los ojos con gafas adecuadas (la elección de las gafas de sol debe proporcionar una visión confortable con la máxima protección de los ojos y es necesario asegurarse que posean el marcado CE, lo que indica que cumple los requisitos de la normativa europea), y los labios con protector labial.
  • No es aconsejable tumbarse al sol y mantenerse inmóvil durante horas. Es más sano pasear o realizar algún ejercicio mientras.
  • Beber agua o líquidos sin alcohol para evitar la deshidratación.
  • Si se está tomando algún medicamento, hay que consultar la ficha técnica y comprobar si es fotosensibilizante, en cuyo caso se ha de evitar tomar el sol.
  • En niños, la fotoprotección tiene que ser completa con protección muy alta, nunca inferior a 30 (los bebés de menos de 6 meses no deben exponerse al sol).

Por último hay que recordar que la piel tiene memoria y nunca olvida una agresión.

 

Dr. José Antonio Hernández

Director Médico

Clínica Nutriestética