El médico valorará el estado y tipo de su piel: si es fina o gruesa; seca, grasa o mixta; sensible, deshidratada, fotoenvejecida, etc… Los tratamientos que mejoran la calidad y la textura de la piel son:
MESOTERAPIA: Consiste en la administración de principios activos por vía intradérmica para el tratamiento de problemas locales. Se obtiene un efecto de tipo farmacológico y otro de tipo reflejo. Por la acción de las microinyecciones, se logra un estímulo del fibroblasto, con el consiguiente aumento de colágeno y elastina. Se pueden emplear productos homeopáticos (cada vez más en uso), alopáticos (como vitaminas, oligoelementos minerales, aminoácidos, silicio…) y ácido hialurónico.
HIDRATACIÓN CON ÁCIDO HIALURÓNICO NO RETICULADO: Con la misma técnica que la mesoterapia, cuando lo que queremos conseguir es la hidratación de una piel fina se puede aplicar ácido hialurónico no reticulado (sin efecto volumen) porque tiene un importante efecto de captación de agua. Esto contribuye a producir un efecto tensor y antioxidante. Es un producto con el que existe una amplia experiencia, se conoce perfectamente cómo actúa y sus efectos beneficiosos. Además, como tiene una base común con los hialurónicos reticulados (utilizados para rellenar arrugas), se pueden combinar ambos tratamientos en una misma sesión.
BIOESTIMULACIÓN AUTÓLOGA: Por medio de extracción de sangre del propio paciente, se obtiene plasma rico en plaquetas con factores de crecimiento, que se utiliza para estimular los fibroblastos de la zona en la que se inyecta. Se hace una multipunción en la zona facial en varias sesiones, con un intervalo mensual. Aporta elasticidad y luminosidad, el efecto es más notorio unas semanas después del tratamiento, debido al efecto estimulante que ejerce en la producción de colágeno.
MASCARILLAS TENSORAS Y CALMANTES, con propiedades reafirmantes. Es un tratamiento cosmético complementario, se elegirá la mascarilla más adecuada para cada tipo de piel. También se utiliza como solución calmante después de láser, peelings, etc.
PEELINGS: Muy indicados para mejorar la textura de la piel. Se pueden utilizar desde edades muy tempranas, como en el caso de las pieles grasas. Consiste en la aplicación sobre la piel de ácidos que logran una renovación de ciertas capas de la epidermis y/o la dermis y provocan descamación y/o pelado (aunque no siempre), dependiendo del tipo de producto utilizado, la cantidad de ácido libre y la zona en la que se aplica. Durante su aplicación hay una sensación de escozor que remite con el sellado o neutralización del peeling. En los días posteriores es normal un enrojecimiento y descamación variables en intensidad y duración en función del tipo de peeling. Conviene evitar la exposición solar previa al tratamiento y hasta la total recuperación de la piel. Los más utilizados son: ácido salicílico, glicólico, azeláico, láctico… para peelings superficiales; retinol, pirúvico y tricloroacético… para peelings medios; fenol, modificaciones de éste y otras combinaciones… para peelings más profundos.
RADIOFRECUENCIA: Gracias al aumento de la temperatura interna de la dermis se produce la contracción del colágeno y se favorece su reparación. El procedimiento es muy sencillo y se realiza en varias sesiones o en una sola, en función del aparato que se utilice, pues hay varios tipos de radiofrecuencias. El número de sesiones dependerá también del estado de la piel, la calidad y la edad del paciente. Al finalizar el tratamiento se valorará si hay que realizar sesiones esporádicas de mantenimiento, que se fijarán en función de la respuesta del paciente.
LÁSER NO ABLATIVO, IPL (LUZ PULSADA INTENSA) Y LEDS: Provocan un estímulo de la capa dérmica y epidérmica. Estimulan el colágeno, homogenizan el color de la piel, mejoran la vascularización y eliminan pequeñas lesiones vasculares y pigmentadas.