LA VUELTA AL TRABAJO EN TIEMPOS DE COVID: SÍNDROME POST VACACIONAL EXTREMO

LA VUELTA AL TRABAJO EN TIEMPOS DE COVID:  SÍNDROME POST VACACIONAL EXTREMO

LA VUELTA AL TRABAJO EN TIEMPOS DE COVID: SÍNDROME POST VACACIONAL EXTREMO

El ser humano necesita poder prever y controlar su entorno. La incertidumbre, el no saber, generan ansiedad y estrés. Es la misma cadena de acontecimientos que tiene lugar ante una situación traumática solo que, en esta ocasión, la exposición a dicha situación se extiende en el tiempo y el malestar por tanto, aumenta en proporción.

Hemos estado meses confinados, teletrabajando en el mejor de los casos, y aún así la situación al desconfinarnos no ha finalizado. El virus sigue ahí, la incertidumbre sobre nuestro futuro laboral, de salud, etc., es inconmensurable porque no alcanzamos a ver el final, porque nadie conoce el final de algo que no controla, de algo totalmente nuevo.

No obstante, en mayor o menor medida, millones de trabajadores llevarán a cabo sus vacaciones estivales con el fin de desconectar y recargar pilas.

Pero, ¿qué ocurrirá al regreso de las mismas?

Probablemente nos encontraremos ante un tipo de síndrome postvacacional con casuística propia.
Debemos recordar que cuando las vacaciones llegan a su fin, la mayoría de personas regresan con normalidad a sus puestos de trabajo, sin que esto suponga trastorno alguno. Un entorno laboral favorable, con actividades que resulten gratificantes y con solidez en las relaciones sociales, resulta crucial para una “reentré” saludable.
Sin embargo, alguna personas pueden pasar por un proceso adaptativo a la vida laboral más dificultoso, conocido popularmente como síndrome post-vacacional.
Esto ocurre porque durante las vacaciones, ese ritmo cambia por completo, descansamos más, madrugamos menos, huimos de la rutina, etc., y nuestro cuerpo y nuestra mente lo agradecen. Así pues, cuando nos reincorporamos de forma brusca a la rutina laboral, puede surgir cierta sintomatología entre la que destacaríamos:
A nivel físico, los síntomas se pueden manifestar en forma de fatiga, cansancio, sueño, falta de apetito y dificultad para la concentración.
A nivel psicológico, se apreciaría una conducta de falta de motivación e interés, irritación y nerviosismo, así como de tristeza, por lo que los síntomas se pueden llegar a confundir con síntomas depresivos, pero la diferencia fundamental radica, insistimos, en el factor desencadenante de los mismos (la vuelta al trabajo y a la rutina tras el período vacacional), así como la durabilidad de éstos en el tiempo (no superior a 15 días aproximadamente, que es el tiempo estimado de adaptación a nuestras actividades).
Pues bien, a este escenario que tiene lugar cada año una vez finalizado el periodo vacacional, añadámosle una situación de incertidumbre máxima en todos los sectores: ¿podré contagiarme en el trabajo? ¿cómo será la apertura de las escuelas? ¿Mantendré mi puesto de trabajo? Y un sinfín de dudas ante las que el estrés, está servido.
El síndrome post-vacacional no está tipificado como enfermedad, si no como síndrome transitorio, con una sintomatología y estado de ánimos concretos, pero con una duración estimada de unos 15 días. El problema radica en que a ese síndrome transitorio, le añadiremos la preocupación o malestar que genera la vuelta a una realidad para la que aún no estamos preparados: la de la nueva normalidad. Con un escenario futuro próximo, el de la segunda (o tal vez tercera) que se prevé para otoño, nada alentador. El resultado será un malestar aún mayor, que va a requerir más si cabe, de nuestro esfuerzo para lograr adaptarnos.
El estrés y el malestar emocional sostenidos en el tiempo están íntimamente relacionados con nuestro cuerpo. Todo aquello que la mente calla, el cuerpo lo acaba manifestando en forma de síntoma. Si mis preocupaciones y sufrimiento emocional inundan mi día a día, mi cuerpo hablará. Migrañas, dolores de espalda, contracturas, problema gastrointestinales, problemas de piel,… Todos ellos aparentemente pasajeros y sin revestir gravedad, pero que si se extienden en el tiempo, pueden acabar acarreando problemas más serios (cardiovasculares, oncológicos, úlceras,…).

Y frente a este escenario, ¿podemos gestionar el estrés frente a la vuelta a la rutina pero dentro de esta nueva normalidad?

La respuesta es sí. Lo lograremos principalmente aprendiendo a sostener la incertidumbre. Nada de lo que está ocurriendo depende de nosotros. Es algo externo sobre lo que no podemos ejercer ningún tipo de control. Sin embargo, sí podemos gestionar lo que está a nuestro alcance: protegernos debidamente, utilizar técnicas de control que nos permitan rebajar los niveles de ansiedad al llegar a casa (respiración, relajación, distractores,…), técnicas de mindfulness que nos ayuden a trabajar la atención plena, el aquí y ahora, con el fin de poder disfrutar de lo que sí tenemos y no solo anhelar o añorar lo que no podemos hacer,…

Además, dentro de lo permitido en la nueva normalidad, no olvidar los consejos generales generales tras la reincorporación a la rutina tras las vacaciones para afrontar el síndrome post vacacional al uso:

• Dosificar la gestión de las tareas pendientes a nuestro regreso. Cuando nos reincorporamos al trabajo, no es extraño encontrarnos con miles de correos y papeleo, y querer responder a todo a la vez nos lleva a angustiarnos. Hay que marcarse pequeñas metas, e intentar ir solucionando el trabajo paso a paso. Debemos pensar que no somos los únicos que regresamos de vacaciones, de manera que el resto también necesitará de estas dos semanas de transición para ir adaptándose.
• Del mismo modo, adaptarnos a las nuevas medidas de seguridad laborales del mejor modo posible. El teletrabajo permite relajación en relación al contagio, de manera que puede preocuparnos la reincorporación al trabajo presencial en este sentido. Es importante no dejarnos llevar por el pánico. Si hacemos las cosas correctamente (distanciamiento con los compañeros, mascarilla en todo momento, lavado de manos frecuente y ventilación) debemos estar tranquilos.
• Intentar que la vuelta a la rutina no sea radical, es decir, al salir del trabajo hacer alguna actividad parecida a la que hacíamos en vacaciones. Cualquier cosa que nos permita desconectar y nos ayude a regresar a nuestro día a día, paulatinamente.
• Realizar deporte también ayuda, el deporte hace que liberemos endorfinas, y por tanto nos sintamos mejor, de ese modo nuestra sensación de tristeza porque nuestras vacaciones han llegado a su fin será menor.
• Por último, hay algunos trucos a la hora de organizar nuestras vacaciones, que también pueden ayudarnos, como volver a trabajar entre semana en lugar de un lunes, así acortamos nuestras primera semana; otra opción es segmentar nuestras vacaciones, en lugar de realizar el mes seguido.
Y recordar siempre, no exigirnos más de lo debido a nuestro regreso, y entender que necesitamos adaptarnos a la vuelta a la rutina, y sobretodo, tener presente que si ese periodo de adaptación se perpetúa en el tiempo, deberemos acudir a un profesional para descartar que no nos encontremos frente a algún verdadero trastorno (estrés crónico, ansiedad generalizada,…) que precise ser tratado.

IRENE GIMÉNEZ RAMÍREZ
PSICÓLOGA INSTITUT DRA. NATALIA RIBÉ
www.institutdranataliaribe.com