En las sociedades desarrolladas como la nuestra, es verdaderamente sencillo cubrir las necesidades de los alimentos que el cuerpo requiere para funcionar correctamente.

El hambre, cuando aparece, lo calmamos de forma tan simple como abriendo la puerta de la nevera y alargando la mano, sin más esfuerzo. En otros tiempos alimentarse requería de un gran energía física: primero acechar y cazar a la presa y más tarde sembrar y recolectar. Se gastaba mucha energía para conseguir reponer la que era necesaria para tan solo sobrevivir.

En la actualidad es fácil conseguir el alimento, no requerimos gastar mucha energía para ello; esto, unido a que en general el desarrollo de la mayoría de las profesiones tampoco requieren un excesivo gasto energético y sumado también a la confusión de la sensación entre hambre real, fisiológica, con hambre emocional, nos lleva a un panorama de mala alimentación, excesiva alimentación y, como resultado del desequilibrio fisiológico-emocional, no nos conduce al sobrepeso únicamente sino a otras patologías derivadas del mismo.

¿Se come lo que verdaderamente se necesita?

Comemos en general en exceso, sin embargo, estamos peor alimentados, ¡vaya contradicción! Los sistemas de producción y envasado de alimentos actuales conllevan, en el mismo procedimiento, una pérdida de calidad y cantidad de nutrientes que repercute en el organismo provocando carencias de diversos elementos, a menudo esenciales para el buen funcionamiento del organismo: carencia de vitaminas, minerales, aminoácidos… (a veces excesos, tema poco tratado).

Como cada persona absorbe, y elimina, de forma diferente tanto los nutrientes como los metales y tóxicos, es importante conocer de forma individual cuáles son las carencias, o excesos de los mismos, las sensibilidades alimenticias, la carga de ondas electromagnéticas de diversas frecuencias, que nos afectan para poder diagnosticar bien nuestras necesidades nutricionales correctamente.

¿Qué puede estar impidiendo conseguir una buena nutrición y salud?

• La toma de nutrientes: muchos suelos donde se cultiva están agotados de nutrientes clave y aquellos donde aún existen tiene mucho menos que en la generación anterior. Incluso una dieta saludable, habitualmente, no puede proporcionarle los nutrientes suficientes.

• La comidas procesadas: estos alimentos tienen un valor nutricional muy bajo, conocido como vacío en calorías y carbohidratos, en realidad crean un déficit de nutrientes esenciales para el cuerpo.

• Comodidad: nos gustan los alimentos “cómodos”, envasados, preparados para servir, pero esta opción conlleva un costo: los alimentos de conveniencia a menudo tienen un bajo valor alimenticio.

• Estilo de vida con alto estrés: nuestro estilo de vida con un alto índice de estrés agota el cuerpo de muchos nutrientes y combinados con otros factores dejan a muchas personas malnutridas de micronutrientes.

No somos lo que comemos, sino lo que “absorbemos”

El escáner a través de un solo cabello nos da esta información, muy amplia y valiosa, que nos ayuda a los profesionales de la medicina nutritiva a aconsejar las pautas de alimentación y suplementación adecuadas para mantener o reponer esa “salud nutricional perdida o devaluada” y a conseguir la “salud orgánica” de manera científica.

Otro tema, no menos importante, y del que hablaremos en próximos artículos, es el del hambre emocional y el hambre física, de la cual es víctima un gran porcentaje de personas con sobrepeso; como referencia bibliográfica podemos leer “Re-enamórate, Tú ganas vida y salud, un sistema con mindfulness para mejorar tu figura, tu salud y tu vida” (Ed. Círculo Rojo).

Dra. Consuelo Sanchis

Clínica Sacher (Ontinyent)